martes, 21 de julio de 2009

UN ENCUENTRO CASUAL (relato presentado en la 2ª fase del campeonato literario)

Aquel día el sol calentaba intensamente el asfalto, la suela de mis zapatos parecía ir a derretirse si no caminaba rápido, no recuerdo haber sudado tanto nunca. Como cada día me dirigía a casa después del trabajo, apenas son cuatro manzanas y el recorrido es bonito. Era primavera, los árboles y las flores iluminaban la alameda con mil colores y la impregnaban de relajantes olores.

Me sentía enormemente feliz, tenía un buen trabajo, una casa gigante, ya no sabía en que malgastar mi dinero, entonces le vi ahí sentado, con la espalda apoyada en el tronco de un olmo cuya sombra le ofrecía cobijo. Habían pasado muchos años pero enseguida reconocí sus ojos, no había perdido esa mirada inocente, la mirada de un niño que aún no conoce el odio ni el rencor, mi mejor amigo de la infancia, perdimos el contacto cuando mis padres me enviaron a estudiar a Estados Unidos y no había vuelto a saber nada de él hasta aquel día y ahí estaba, tirado en el suelo sin otro sitio a donde ir y con la única compañía de un perro. Giré la cabeza, hice como si no lo viera y seguí caminando hacia casa.

Han pasado dos años y aquí estoy, sin trabajo, sin dinero, sin casa. Me he reencontrado con mi antiguo amigo, el ha cuidado de mi durante estos seis meses, me ha enseñado a vivir en la calle, me ha dejado dormir en el mismo coche abandonado en el que duerme él hasta que me vaya acostumbrando a esta nueva vida. El hambre aprieta, mi estómago ruge, en todo este tiempo me he cruzado con varias personas que trabajaban conmigo, me miran, me reconocen y giran la cabeza como yo hice aquel día pero nada ha cambiado, sigo siendo el mismo, ¿o no?

Tengo la cabeza de mi viejo amigo bajo mi pie con la boca mordiendo el bordillo, un paquete de carne que alguien ha tirado a la basura ha sido la razón de nuestra pelea. Aunque no entiendo lo que dice se que está suplicando por su vida, llora, gime… Me pregunto que estoy haciendo, no estoy muy seguro, puede ser que lo que me dijo mi amigo el día que me encontró tirado en la calle y me acogió en su “casa” es cierto, hay gente mala y gente que parece ser buena hasta que tiene la oportunidad de hacerte daño.

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